El hombre, que está tan mayor (tiene 90 años) y tan flaco que parece que se va a romper en cualquier momento, se reanima en cuanto comienza a hablar de su tema. Entonces su voz rota se vuelve más potente, y de vez en cuando levanta el puño izquierdo mientras relata cómo se ligó a la señora de Hemingway mientras éste se emborrachaba en Chicote; se caga en su glamurosa Por quién doblan las campanas diciendo que este señor vino aquí a lucir palmito y no se enteró de nada, y me hace una emotiva exaltación de Dolores Ibarruri, La Pasionaria. Al terminar de grabar, nos dice a mí y al cámara, con las venas a punto de salírsele de la frente, que en nuestras jóvenes manos está el seguir luchando por los valores del proletariado, y de allí salimos los dos arrastrándonos cabizbajos, por culpa del pedazo de peso que nos acaban de soltar sobre los hombros.
Al día siguiente tengo una entrevista en casa de Juan Marsé. Nos recibe muy tímidamente Simón,
15 Noviembre 2005
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