Ojalá pudiera subirme al tejado del edificio de enfrente y caminar sobre las tejas buscando un punto bonito hacia el que mirar en el horizonte. O cabalgar por la ciudad vacía, sin rumbo fijo, a toda velocidad. O nadar mar adentro sin mirar atrás y sin importarme cómo podré regresar. O columpiarme durante horas y que después la tierra no se moviera al bajar. Ojalá no tuviera miedo. Ni vértigo. Porque todo esto que hago con normalidad, se me queda muy pequeño.
No pierdas la fe en el advenimiento de tus superpoderes, se te intuyen a punto de brotar, dos minutos más de cocción en tu cabeza :-)
ReplyDelete